En un contundente pronunciamiento desde la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, descartó cualquier posibilidad de reducir los aranceles del 145 % aplicados a productos chinos, a pesar de la reanudación inminente de las conversaciones bilaterales entre Washington y Pekín. La declaración fue realizada durante una ceremonia oficial en el Despacho Oval, donde David Perdue asumió como el nuevo embajador de Estados Unidos en China.
En un contexto marcado por la presencia de medios y cámaras, Trump fue directo al ser interrogado sobre la posibilidad de suavizar los aranceles para incentivar el diálogo con China. “No”, fue su respuesta tajante, enfatizando que no ofrecerá concesiones arancelarias como incentivo para las negociaciones previstas en Suiza. Este encuentro bilateral marca el primer acercamiento formal entre ambos gobiernos tras meses de tensiones comerciales y represalias mutuas.
La postura inflexible del presidente refuerza su estrategia de “presión máxima”, cuyo objetivo es forzar a China a aceptar condiciones más favorables para Estados Unidos en áreas críticas como la propiedad intelectual, barreras de entrada y subsidios estatales. Sin embargo, esta táctica también incrementa la incertidumbre en sectores clave como el agrícola, tecnológico e industrial, que aguardan una tregua comercial que brinde estabilidad a los mercados.
Mientras tanto, el arancel del 145 % permanece intacto, consolidándose como uno de los más altos en la historia reciente de las relaciones entre ambas naciones. La Casa Blanca envía así un mensaje claro: cualquier avance en las negociaciones dependerá de la disposición de China a ceder sin condiciones previas.
Esta estrategia de línea dura pone de relieve la determinación del gobierno estadounidense de mantener la presión sobre Pekín, incluso si esto implica prolongar las tensiones comerciales que han sacudido los mercados globales en los últimos meses.